Wednesday, September 24, 2008

libros de masaje con fotos de mano en culo
sin perversión sin placer sólo fotos en libros inocentes inocentes inocentes
siempre en la página/parada/estación próxima todos somos próximo-lo-lo-próximo es la máquina es la máxima en tatuajes de nueva concepción en abrigos de confección casera, muebles a medida para gabardinas violinistas menores en transporteurbano. tan prácticos son los envases de yogur para ganarse el pan llenar de monedas, imagine las vegas con grandes dosis de adictos macedonia sin azúcar; esquiadores de alta competición en huelga lavando paños de acequia levantándolos como banderas contra la opresión orquestal de los trombonistas.
oh my god un mundo tricolor de desempeños tantos estandartes tan hermosos bailando un cha/
cha/
chá por las avenidas principales y antorchas piel de cordero inundan, incencian, alumbran la noche estrellada sórdida puta contra el indomable infinito.

Sunday, June 1, 2008

Poesía terminal (disco 2000)

Siempre tuve el deseo
de poder atesorar momentos,
guardarlos impolutos en vacío
y revivirlos como quien pulsa "play"
para escuchar su disco favorito.

Esta noche mi deseo es que mañana
me despierte en el año 2000 y vernos todos,
por muy extraño que pareciera mirarnos
sin la mella del tiempo en nuestras caras
y con 30 minutos para perder en el recreo.

Reírnos a pleno pulmón,
gritar a carcajada limpia,
saltar y cantar con esas bebidas
que tomábamos porque queríamos
y no porque las necesitábamos.

Dejar nuestro testamento en paredes,
pintarlas por puro horror vacui
y llenar de plástico y vómitos los parques
y las farolas, no olvidemos las farolas,
que siempre indicaban el camino a casa.

Volver a nuestro presente con un cuaderno lleno,
arrancar lo incomprensible, la paja, lo inservible,
y quedarnos con aquella gran novela americana
que tuvo uno de sus comienzos allí, en el viejo,
aquel del que pronto sólo quedará su sombra.

And this is the last song that I should ever sing
Just one more time and I'll shut my mouth forever
.

Tuesday, May 27, 2008

Aleatorio 4

Malos versos que me arrancan los ojos,
palabras que suenan mejor desenfocadas,
imaginación de la miopía desenfrenada,
que lanza la mirada al color del vacío.

Meses deglutidos por tu cuello de botella,
hierático te alzas, reloj de arena,
mientras nos vemos cayendo en picado,
formando depresiones en montañas
y erigiendo montañas de depresiones.

Ya no nos queda más litio.

Pedimos educadamente a las palabras
que nos dejen solos en mares de afasia,
para que nuestro único rastro sea
la curvilínea tristeza de las sonrisas.

Cardenales

Hay un perro en la carretera
hay un perro en la carretera que nos mira desde dentro de sus ojos de perro,
[pupilas con can-can,
hoy un perro en la carretera que nos ladra en idiomas incomprensibles
hoy un señor con sombrero me dijo que los perros no tienen alma
le dije que mi madre, que mi padre, que nada de mascotas,
que no hable con extraños
como él.

En todos los cardenales hay versos encriptados
carreteras verdes con forma de palabras por debajo de la piel
como este renegar de las transparencias del cuerpo,
se me cae de vergüenza la cara
interior del muslo.

Todos los huesos salientes son susceptibles de ser golpeados,
podríamos protegernos con piezas de puzzle,
con colores del pantone 255,
con la edad se adquiere una cierta
policromía.

Una vez al mes
muero desangrada.

Hay un perro en la carretera
hay un perro que se ríe de mi letra tan de izquierda, que se ríe de mi torpeza,
resulta que no sé conducir, y ahora que vamos despacio,
las mentiras me adelantan
moratones en el corazón, esternón, televisor
el exilio se parece a una carretera de otro país,

escribo cartas de ajuste con el remitente en blanco

por si el perro
sabe leer.

Saturday, April 5, 2008

Hora.

La compañía de un sonido;
ese tic-tac imaginario
emitido por el reloj parado
que marca la hora correcta.

Una crisálida hecha trizas,
como una cama sin hacer,
donde me metí con las palabras tachadas
esperando una metamorfosis
que me despojara de los daños colaterales
de la última guerra que sufrimos.

Y ahora escribimos
el capítulo 4 del libro de historia moderna.
Me pregunto quién ganó
y quién querrán que ganase.

Hoy ya es mañana.

Es hora de volver a casa.

Sunday, December 23, 2007

Aullido

A Ginsberg, a la generación del 84

y a todos los que me han compartido

cuando el dolor destroza.



He visto a las mejores mentes de mi generación

tragándose escaleras de mercurio a la salida de cualquier

estación de metro

y mirando por encima de los tejados buscando restos de cualquier licor,

vándalos burgueses desesperados

que se tragaron la aurora con dedos ensangrentados

y esperaron a que una tropa de ángeles llegara

con espadas flameantes

a sacar el líquido de heridas que supuran morfina,

que interpretaron como signos inequívocos de placer

mañanas en la cama con leves dosis de autoindulgencia,

que mintieron y huyeron y bailaron como posesos

la danza perversa de los sátiros,

buscando condones inexistentes en cajones y bolsillos

y se maldijeron por el adulterio y continuaron desnudos follando como putas,

que lamieron restos de ojos vacíos por el impacto de la verdad

y olieron por narices abiertas respirando el auténtico aroma del mundo,

que tragando absenta absorbieron la realidad,

ahogándose en bosques verdes y abortos que nunca ocurrieron,

dudando de su esterilidad en un subidón de endorfinas,

que nunca llegaron a comprender una felicidad con sonrisa de virgen

de una boca que sale del otro lado de una barra bañada en whisky y años de sabiduría,

que tragándose el orgullo vomitaron en Avenida de América

todas las pasiones repentinas ahogadas en un estómago infinito

y conducidas por un taxista cocainómano

que guardaron la culpa y el hachís y las borracheras

y lo conviertieron en una explosión atómica de interacción humana a ritmo de jazz,

que volando entre edificios llegaron a tocar a Dios

llegaron a tocar querubines bañados en oro con la música estática del renacimiento,

escrita con notas blancas que alguien dejó en la tapa del baño de un bar,

que en Nueva York se atragantaron con los huesos de Ginsberg

y sacaron las entrañas para llenar una casa entera de profundo arrepentimiento

mezclado con impotencia y presidentes muertos,

que inundados de orgullo y asco y muerte y una sensación etérea en Malasaña

jugaron a ser dramáticos personajes una copa tras otra

perdiendo el orgullo y el equilibrio y la cartera

en el suelo lleno de charcos bañados de brotes de grandeza,

que arrastrándose como nubes coléricas entre antenas inútiles

desearon no haber comido nunca la fruta prohibida del desengaño,

que amedrentados volvieron a casa a esperar un fin del mundo que siempre llega pero nunca acaba,

jugando a la ruleta rusa bañados en vodka y manzanas podridas recién cortadas del árbol

que tirados volvieron a una cama vacía

alucinando en la plaza del dos de mayo un mundo de luces azules

y guardias poniéndose en las esquinas

con trenes sonando y viejas cruzando

y toda la muerte y las penas del mundo metidas en una jeringuilla.


He visto a las mejores mentes de mi generación

regocijándose en la mierda y en los mejores momentos

y volando hacia un lugar en el que tocaron a un Dios que no existe

y cerrando la ventana por donde se cuelan algunas noches las estrellas

y diciendo adiós cuando un escalofrío y un aullido

que se escapan desde el centro del dolor

ven despuntar el alba.

Friday, December 21, 2007

Gris

Los terrenos angostos
como los de la calle santa palma pastora
son ideales para huir sin dejar rastro.

Ayer las llamas consumieron todo,
no te sirvió sentir el calor en tu cuello,
tuviste que convertirte en sal,
aquella sal de las lágrimas que derramó Lot
cuando se dio cuenta de que volvías,
de que preferías el suicidio a vivir sin mirar atrás.

Hoy todo son esqueletos y cascotes,
armazones cubiertos de grisáceo polvo,
penas sepultadas bajo los escombros,
y un silencio roto por el batir de alas
de los ángeles exterminadores
que vuelven a sus sofás tras las 8 horas de trabajo.

Mañana seré yo quien quiera volver,
pero los guijarros que dejamos en el camino
se habrán mezclado con los embustes del recuerdo.
La vuelta sólo servirá para darme de bruces
contra los bolardos que tú y yo colocamos gentilmente
como obsequio para los que venían detrás.